La tensión entre Tailandia y Camboya se ha intensificado en las últimas semanas, con enfrentamientos armados que ya han dejado víctimas fatales y heridos. En el trasfondo del conflicto se encuentra una antigua disputa territorial que sigue sin resolverse.
Origen del conflicto
La controversia se remonta a una prolongada discusión sobre la delimitación exacta de la frontera entre ambas naciones, que se extiende a lo largo de más de 800 kilómetros. Se trata de una zona poco habitada, de difícil acceso y que no ha sido completamente cartografiada.
Buena parte de los hitos fronterizos actuales fueron establecidos durante el período colonial francés. Entre 1863 y 1953, Camboya fue un protectorado de Francia, mientras que Tailandia, entonces conocida como el Reino de Siam, logró conservar su independencia formal. Durante ese periodo, el control de ciertos territorios fue cambiando de manos, lo que generó variaciones en el trazado fronterizo. En particular, Tailandia ha cuestionado la validez de la línea divisoria fijada por Francia en 1907, que fue impuesta a Siam y que aún hoy genera desacuerdos.
La zona en disputa alberga templos históricos que ambos países reclaman. El más emblemático es el templo hindú Preah Vihear, construido entre los siglos X y XII. Aunque tanto Camboya como Tailandia afirman tener derechos sobre el lugar, actualmente está bajo administración camboyana. La disputa llegó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 1959, que en 1962 emitió un fallo favorable a Camboya. Sin embargo, la controversia revivió en 2008, cuando la UNESCO decidió declarar el templo Patrimonio de la Humanidad, provocando enfrentamientos armados en los que hubo muertos. Camboya recurrió nuevamente a la CIJ, que volvió a respaldar su posición.

¿Hay posibilidades de mediación?
Ambos gobiernos crearon en el año 2000 una comisión bilateral para tratar de resolver el litigio por vías diplomáticas, aunque los avances han sido escasos. Ante la falta de resultados, Camboya presentó una nueva solicitud ante la CIJ en junio de 2025, esta vez para que se dirima no solo la cuestión del templo Preah Vihear, sino también otras disputas territoriales aún pendientes. Por su parte, Tailandia, que ya fue desfavorecida en dos ocasiones por el tribunal internacional, insiste en una salida negociada de manera bilateral, aunque los recientes enfrentamientos complican seriamente esa posibilidad.
Razones de la escalada reciente
Aún no está claro qué bando inició la última ronda de violencia, pero las fricciones han aumentado visiblemente en los últimos meses. A fines de mayo, soldados camboyanos comenzaron a excavar trincheras en un sector disputado, lo que desencadenó un tiroteo con las fuerzas tailandesas, causando la muerte de un militar camboyano. Desde ese momento, ambos ejércitos han reforzado su presencia en la zona. Tailandia llamó a consultas a su embajador en Nom Pen y expulsó al diplomático camboyano. Además, Bangkok clausuró varios pasos fronterizos.
Poco antes de este episodio, soldados tailandeses resultaron heridos por la explosión de minas terrestres. Las autoridades de Tailandia responsabilizan a Camboya de haberlas colocado recientemente.
La inestabilidad política en Tailandia como factor
El panorama político también incide en el conflicto. Aunque los vínculos entre los gobiernos de ambos países han sido estrechos en los últimos años, esto ha cambiado recientemente. El ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra mantenía una relación cercana con Hun Sen, el veterano líder camboyano. De hecho, sus hijos llegaron a ocupar posiciones de poder en sus respectivos países.
Sin embargo, la situación en Bangkok se tornó más volátil tras un escándalo político que involucró a Paetongtarn Shinawatra, hija de Thaksin y entonces primera ministra. Una conversación telefónica filtrada en la que se refería a Hun Sen como “tío” y criticaba a la cúpula militar tailandesa generó una fuerte reacción. El Tribunal Constitucional suspendió a Paetongtarn de su cargo el 1 de julio de 2025, y aún no se ha definido su destino político. En este clima de incertidumbre, hay temores de que los militares tailandeses intenten aprovechar el vacío de poder. Medios como el Bangkok Post advierten sobre un posible golpe de Estado, preocupación que ya afecta al sector turístico del país.
Situación actual
El jueves 24 de julio de 2025 por la mañana, se registraron intensos combates entre las tropas de ambos países en la zona fronteriza. El ejército de Tailandia informó que al menos ocho civiles murieron a causa de ataques de artillería provenientes del lado camboyano. A su vez, Nom Pen acusa a la fuerza aérea tailandesa de haber bombardeado una carretera. Estas versiones no han podido ser verificadas de manera independiente.
Videos difundidos en redes sociales muestran explosiones y disparos. En medio del caos, numerosos residentes han buscado refugio en búnkeres o zonas seguras.
Análisis desde el neorrealismo argentino
Desde la óptica del neorrealismo periférico desarrollado por Carlos Escudé, este conflicto puede interpretarse como un reflejo del dilema estructural que enfrentan los Estados periféricos en un sistema internacional regido por jerarquías y desigualdades. Para Escudé, los países con menor capacidad relativa de poder —como Tailandia y Camboya— tienden a verse atrapados en disputas que, aunque localizadas, pueden adquirir una importancia desproporcionada debido a la debilidad institucional y las crisis internas.
En este caso, el conflicto fronterizo no solo evidencia una lucha por el control territorial y simbólico (como ocurre con el templo Preah Vihear), sino también la fragilidad del orden político interno, especialmente en Tailandia. La instrumentalización de disputas limítrofes para fortalecer posiciones de poder domésticas es coherente con la lógica de la política internacional en la periferia, donde la autonomía estratégica es limitada y los márgenes para la resolución pacífica son estrechos.
Según Escudé, los Estados periféricos deben priorizar una política exterior «realista» que minimice los riesgos de aislamiento y confrontación. Sin embargo, cuando factores como la debilidad institucional, la militarización o el nacionalismo exacerban las tensiones, se torna difícil aplicar una racionalidad estratégica en el sentido clásico. De este modo, el conflicto Tailandia-Camboya ilustra cómo la inseguridad persistente en las regiones periféricas puede agravarse por dinámicas internas tanto o más que por el sistema internacional mismo.
Ernesto R. Capoccetti