Basado en Geopolítica y Alimentos (Juan José Borrell, 2019)
Parte II: Hacia una estrategia soberana frente a la subordinación
Hacia una estrategia soberana frente a la subordinación
Aunque Juan José Borrell no emplea el concepto de “insubordinación fundante” —acuñado por Marcelo Gullo para describir procesos históricos en los que las naciones periféricas se rebelan ante el orden internacional dominante—, su planteo en Geopolítica y alimentos gira en torno a una idea similar: la necesidad de romper con la subordinación estructural que somete a países como Argentina al rol de proveedores de materias primas, sin control sobre sus propios recursos ni capacidad para definir sus prioridades alimentarias.
Borrell señala que la producción agroalimentaria no puede seguir respondiendo exclusivamente a la lógica del mercado internacional. Frente a un sistema dominado por pocas corporaciones globales, es indispensable reconquistar la soberanía alimentaria y estratégica a partir de un nuevo paradigma de desarrollo, centrado en las necesidades de la población local, el cuidado del ambiente y la defensa de los recursos naturales.
Entre sus propuestas principales se destaca la priorización del abastecimiento interno. El autor sostiene que una nación no puede considerarse soberana si no garantiza a su propia población una alimentación adecuada. Para ello, es fundamental diversificar la producción, dejar de depender de commodities de exportación (como soja o maíz transgénico) y fomentar cultivos orientados al consumo local, saludables, diversos y accesibles.
En segundo lugar, Borrell hace hincapié en la recuperación del control sobre el germoplasma, es decir, sobre las semillas. Denuncia que la dependencia de semillas patentadas, muchas veces controladas por corporaciones extranjeras, pone en riesgo la autonomía productiva. Propone fortalecer bancos públicos de semillas, apoyar a los productores locales y promover el desarrollo de biotecnología nacional soberana, lo cual permitiría evitar el pago de regalías a empresas extranjeras y adaptar los cultivos a necesidades territoriales concretas.
Otro eje fundamental es el impulso a la agroecología y las economías regionales, como alternativa al modelo de monocultivo intensivo. Según Borrell, este modelo —centrado en grandes extensiones de soja o maíz transgénico, con uso masivo de agrotóxicos— degrada el ambiente, concentra la tierra y destruye los tejidos productivos locales. Frente a ello, propone recuperar formas de producción sustentables, que respeten la biodiversidad, generen empleo y valor agregado en las comunidades del interior.
Asimismo, el autor reivindica el rol del Estado en el control de la logística y los puertos, sectores estratégicos que hoy están, en muchos casos, privatizados o en manos de intereses externos. La falta de trazabilidad en la salida de granos y productos agrícolas impide al Estado conocer con precisión qué se produce, cuánto se exporta y a qué precios. Recuperar esta capacidad sería clave para una política alimentaria y fiscal coherente, alineada con los intereses nacionales.
Finalmente, Borrell plantea la urgencia de construir una estrategia regional sudamericana basada en la solidaridad, la defensa conjunta de los bienes naturales y la articulación de políticas agroalimentarias. En un mundo cada vez más competitivo por el acceso a la tierra fértil, el agua dulce y la biodiversidad, Sudamérica tiene recursos estratégicos que deben ser gestionados de forma coordinada para evitar el saqueo y reforzar su posición en el escenario internacional.
La advertencia de Borrell es clara:
“Una nación que no puede alimentar a su pueblo con lo que produce, no es soberana, aunque exporte miles de millones en granos y carnes”.
Este planteo implica, más que una crítica, una invitación a repensar el desarrollo, no como mera acumulación de divisas o crecimiento del PBI, sino como la capacidad de una sociedad de garantizar bienestar a sus ciudadanos, preservar sus recursos y ejercer autonomía frente al sistema internacional.
Ernesto R. Capoccetti